Desde que el francés Thierry Sabine puso de moda el Rally París-Dakar, cualquier cosa que lleve el nombre de la caótica, bulliciosa y sucia capital de Senegal suena a reto, intriga y aventura. No por ser un mito deja de ser cierto, por eso decidimos vivir la aventura y viajar en moto a Dakar.
Nada más publicar en la web este viaje, los primeros clientes no tardaron en apuntarse al reto y en apenas una semana ya teníamos completo el cupo de plazas para viajar en moto a Dakar. Al ser la primera vez que lo hacíamos, decidimos limitar las inscripciones a 8 motos, y ahora desde la distancia y la experiencia creemos que fue todo un acierto por lo que os contaremos más adelante. Como todo viaje que se preste, no puede estar exento de percances y como os podéis imaginar, éste estuvo plagado de incidentes, accidentes y anécdotas. Pero la palma se la lleva, sin duda alguna, la tremenda tormenta de arena que durante tres días consecutivos no cesó de azotarnos y que sometió a nuestras motos a una cura de adelgazamiento, ¡Las dejó pulidas y con unos cuantos gramos de pintura de menos!
Comienza la aventura de viajar en moto a Dakar
17/02/2020
Hemos quedado en el hotel de Tarifa donde haremos noche para embarcar a la mañana siguiente en el ferry de las 08:00. Durante la charla de presentación que damos siempre junto a los regalos de bienvenida, soltamos la bomba de la hora de salida y Juanito Ducati no pone buena cara. Es su cumpleaños y no le hace ninguna gracia celebrarlo madrugando. Al final, y después de invitar al grupo a unas copas, acepta a regañadientes “pulpo como animal de compañía” y a la mañana siguiente aparece el último sobre su moto, a modo de queja, pero puntual.
Al resto del grupo lo iremos conociendo poco a poco, según se vayan desarrollando los acontecimientos. Leopoldo (a partir de ahora “Perita”) es el siguiente en aparecer en escena, pues ha estado ausente tanto en la presentación como en la cena. Este malagueño de acento cerrado como un puño viene con una Africa Twin de las nuevas (la tiene desde hace solo dos meses y el cuentakilómetros ya pasa de los 15.000 Km) Esto nos da una idea de lo inquieto que es el chaval, quien además es el más joven de este diverso grupo que va desde los 24 de Perita, a los 72 de Pepe. Este veterano de guerra merece presentación a parte.
Cruzando el estrecho
18/02/2020
Son las 07:30 de la mañana y el puerto de Tarifa está como las calles de cualquier ciudad durante la cuarentena, desierto. Literalmente hay tres coches delante de nuestra furgoneta y las 8 motos del grupo.
Llevamos unos cuantos años cruzando el estrecho y nunca antes habíamos visto el ferry con tan poca gente.
Tomamos un café junto al desayuno/picnic que nos han dado en el hotel y después nos acercamos al puesto de policía que nos sellan los pasaportes de entrada a Marruecos en menos de dos minutos ¡Así da gusto! Pero no se puede cantar victoria antes de tiempo.
En la aduana de entrada hoy han decidido pasar la furgoneta por el escáner y nos hacen esperar turno después de todos los vehículos que van a embarcar en el mismo ferry que nos ha traído a nosotros.
Dos horas más tarde avanzamos por la avenida del puerto de Tánger para salir de la ciudad y tomar la N1 que nos llevará hasta la bella Asilah. Esta perla del Atlántico se ha convertido en cuna de artistas y poetas y cuenta con una de las medinas más cuidadas y limpias del país. Paseando por sus calles con las casas pintadas de azul índigo y blanco junto al verde esmeralda de puertas de algunas casas y palacios, como el del autoproclamado Pachá (El Raisuni) quien contrató a los albañiles que construyeron su palacio (hoy convertido en museo cultural) para luego pagarles asesinándolos, parece increíble que esto sucediese hace solo un siglo, mucho después de que la ciudad fuese conquistada por los portugueses en la edad media, quienes la amurallaron y convirtieron en punto neurálgico de la ruta del oro sahariano. Después de pasar por manos portuguesas, españolas, saadíes y por las del malvado asesino El Rasuni, de 1912 a 1956 estuvo bajo el Protectorado Español de Marruecos, por lo que aún hoy en día mucha de su gente habla perfectamente el español. Gracias a Rachid accedemos al mirador desde donde se han hecho las mejores postales del pueblo. Se encontraba cerrado por obras y no dejaban pasar a nadie, pero el ir dejando amigos allá por donde vamos tiene su recompensa. Entre el retraso en la aduana, la parada para comprar datos (casi imprescindible hoy en día) y la visita a Asilah, ya es hora de comer.
Nos vamos a Casa Pepe, el restaurante más famoso del pueblo y que de español solo tiene el nombre, pero no nos importa… ¡tiene cerveza fría!
Ya sabéis que Marruecos es un país de mayoría musulmana y en la mayoría de los establecimientos no venden alcohol, aunque los locales enfocados al turismo con licencia especial sí lo pueden vender. Dejamos Asilah y continuamos por la nacional.
Desde Tánger hasta Marrakech tenemos la opción de la autopista de peaje, pero a ninguno nos apetece semejante aburrimiento y además Guille, que es adicto al RedBull, no se ha tomado su dosis, por lo que si lo metemos por la autopista puede que se nos duerma y la liemos parda nada más empezar. Enseguida llegamos a Larache, pueblo pesquero construido por los españoles a partir de 1914, con una bonita Plaza de España, hoy de la Liberación. No paramos, tenemos muchos kilómetros por delante hasta llegar a Dakar y las etapas claramente definidas para poder disfrutar de la moto, la gastronomía y la cultura, por este orden.
Rabat, la capital.
Entramos a la capital del Reino de Marruecos por la avenida de Hassan II con policía y ejército apostados a lo largo de la interminable avenida. Todos vestidos de gala a modo de recibimiento a la comitiva de Organizados.net rumbo a Dakar 🙂
Para evitar el caótico tráfico del centro de Rabat hemos elegido alojarnos en el Hotel Dawlizt, que se encuentra en el Salé, justo a orillas del río Bu Regreg y en una de las zonas más lujosas de la ciudad. Aunque hablando con propiedad, Salé es otra ciudad independiente de Rabat, separada por el río.
En cualquier caso, hemos llegado a Salé más tarde de lo previsto y aunque la jornada sobre plano era facilona, las horas de aduana han pasado factura y el personal no está para visitas turísticas a la ciudad. Así que después de una buena ducha salimos a cenar a la zona de la marina, donde se congregan unos cuantos restaurantes de lo más chic de Rabat.
Mientras estábamos esperando a que nos trajeran la cena han llegado un par de cochazos a toda velocidad y se han bajado de ellos unos tipos trajeados con zapatos relucientes, muy nerviosos todos ellos y mirando a todas partes como buscando algo, lo que nos ha hecho ponernos en alerta. Poco después ha bajado un tipo alto y negro, de mediana edad acompañado por una chica y se han sentado en una mesa enfrente de la nuestra a cenar. Resulta que era el embajador de Mali en Marruecos, según nos ha comentado uno de los camareros.
Por un momento parecía que venían a por nosotros los españoles, que conquistamos y quemamos Rabat bajo las órdenes de Alfonso X en 1260. Mucho ha llovido desde entonces, pero nunca se sabe. Aunque también es cierto que los casi 3.000 habitantes del pueblo extremeño de los Hornachos fueron quienes reconstruyeron la vieja Alcazaba de la ciudad, mientras los alauitas se dedicaban a la actividad corsaria contra los barcos cristianos desde Salé. Una lástima no disponer de más días para recorrer sin prisa la ciudad y empaparnos de una historia que nos ha sido muy cercana hasta hace bien poco, al formar parte de España territorios marroquíes según el Protectorado de Marruecos, en donde franceses y españoles se repartieron el pastel. En el caso de Rabat, la ciudad pasó a manos de los franceses quienes decidieron que pasaría a ser la capital sustituyendo a Fez. Una vez conseguida la independencia en 1956, Mohamed V la mantuvo como capital del reino de Marruecos hasta nuestros días. Como veis, esto fue antes de ayer, como quien dice, y prueba de ello es la tensión que se respiraba en El Aaiún cuando unos días más tarde llegamos al hotel más bullicioso y extraño de la ciudad en donde se presentó la policía para pedir información de todos los componentes del grupo.
Pero antes de llegar allí, todavía nos quedan tres etapas: Ouzoud y sus cascadas, Agdz a las puertas del desierto de Zagora y Agadir, de nuevo en la costa.
19/02/2020
El objetivo de hoy es llegar a Ouzoud con tiempo suficiente para ver las famosas cascadas. Sobre el papel no tiene mayor dificultad, pero como nos dice la experiencia, todo se puede complicar incluso cuando no hay complicaciones. Abandonamos Rabat con la pena de no haber tenido tiempo para visitarla como se merece. Tomamos nota para el próximo Dakar y ampliaremos el número de días de viaje para que no se nos quede nada en el tintero. En esta primera edición 2020, el viaje consta de 11 etapas, 10 de moto, sin contar con el día de bajada a Tarifa, más un día de descanso en Dakar para visitar la isla de Gorée, que fue el mayor centro de tráfico de esclavos de Africa a América. En total son 3.992 Km, lo que da una media de unos 400 Km diarios, algo más que asequible, si no se tuerce nada por el camino, cosa muy probable debido a la fatídica ley de Murphy.
Pero para eso está el equipo de viajesenmoto.com, para solucionar los problemas que surjan por el camino. ¿Y la vuelta? Os preguntaréis.
Cuando pensamos en viajar en moto a Dakar, decidimos que el regreso desde Dakar lo haríamos en avión y las motos serían repatriadas en un contenedor por barco. No está mal, ¿Eh?
De la ciudad al pueblo
Bueno, vamos al lío que nos despistamos. Hoy no hemos madrugado para compensar a Juanito por el día de ayer, así que pasadas las nueve y media nos ponemos en marcha.
Ayer llenamos los depósitos 50 Km antes de entrar en Rabat, por lo que nos ahorramos esa parada molesta nada más empezar. A la salida de la ciudad tomamos la autopista, lo justo para enganchar la R401 unos kilómetros más adelante y así evitar el tráfico de la zona.
Apenas llevamos unos 50 kilómetros y el paisaje ha cambiado completamente, hemos dejado atrás una de las grandes urbes y ahora estamos inmersos en un entorno cien por cien rural: rebaños de ovejas, gallinas, burros, bicicletas y todo tipo de artilugios caseros aprovechando un eje con ruedas, son los pobladores de las carreteras y sus cunetas. Hay que estar atentos a todos estos elementos si no queremos tener un accidente.
En Marruecos no suele haber problemas de abastecimiento de gasolina y salvo en zonas muy concretas, hay gasolineras suficientes para no tener que llevar un bidón extra encima. En este viaje llevamos en la furgoneta de apoyo bidones para cargar más de 120 litros con vistas a la etapa mauritana, pero de momento van vacíos por seguridad. La mayoría de las motos del grupo tienen una autonomía en torno a los 300 Km, excepto la Ducati Dessert Sled que hace poco más de 200 Km con un depósito y las BMW R1250 GS Adventure que hacen unos 500 km.
Llevamos unos 180 Km desde el último repostaje y Juanito ya está nervioso haciendo gestos como un poseso, cuando llegamos a una gasolinera fantasma. Parece que lleva cerrada mucho tiempo, los viejos surtidores y carteles así lo corroboran, pero no. Simplemente está cerrada porque no hay gasolina, ni gasoil. No importa, a menos de un kilómetro hay otra gasolinera dentro del pueblo.
Llegamos en tropel, nos bajamos de las motos y el chaval nos dice que no hay “sopa”, están esperando al camión cisterna y están más tiesos que el camello despiezado que cuelga del gancho de la carnicería de al lado. Pero no hay mal que por bien no venga, junto a la gasolinera y la carnicería hay una tiendecita que vende recargas de datos para el móvil, así que, a falta de gasolina nos surtimos de gigas. El más ávido consumidor de gigas es el veterano del grupo, Pepe. A sus 72 años está hecho un chaval, y no es una forma de hablar. Es quien menos se queja del grupo, come como una lima, está deseando subirse a la F650 y cuando se baja, coge su móvil y empieza a mandar “wassaps” a diestro y siniestro con fotos, vídeos y audios que él mismo graba ¡Un fenómeno!
Después de unos 60 Km llegamos a Jouribga. A la entrada de la ciudad hay varias gasolineras, repostamos todos y con la tontería ya es la hora de comer. Aprovechamos para meternos unos cuantos platos de comida local entre pecho y espalda: Kefta, pinchitos y unos cuantos tajines variados de pollo, vaca y camello, ¡ahí es ná! ¡Vamos que nos vamos! Ya os decíamos que aun yendo todo rodado… Ya estamos en Ouzoud, un pequeño pueblo que vive del turismo gracias a sus famosas cascadas.
Nos alojaremos en la Kasbah de Ouzoud, uno de los mejores hoteles, por no decir el mejor de la zona. Son las 6 de la tarde y todavía quedan un par de horas hasta que anochezca. Cuando nos están dando las llaves de los bungalows se pone a llover, lo que nos hace replantearnos la visita a las cascadas y dejarlo para mañana. Pero ya sabéis el refrán: no dejes para mañana… Al final han sido cuatro gotas, así que… ¡todos a la furgo! Impresionantes las cascadas con más de 100 metros de caída, ¿verdad Antonio? Este rondeño es el tercero de los no “beemeuvistas” del grupo. Sobre su MT07 no tiene miedo a nada, pero en parado, digamos que, las alturas no son su fuerte.
Regresamos al hotel para cenar con unas botellas de Rivera del Duero sobre la mesa (cortesía de Organizados.net) comentar las anécdotas del día y hacer el briefing habitual (reunión-charla para comentar la jugada del día siguiente) Por unanimidad se decide la hora de salida de mañana, a las 09:30 en las motos.
Llevamos solo dos días de viaje, de momento todo está saliendo a pedir de boca. Buen tiempo, ningún incidente y buen rollo general en el grupo. Poco a poco el viaje se irá complicando y tocará su punto álgido en medio de una inmensa tormenta de arena que abarcó más de 2.000 Km de costa. Según nos decían nuestros familiares, en las noticias hablaban de cerrar puertas y ventanas en las casas de Lanzarote y Fuerteventura, pues hasta allí llegaba el polvo y la arena arrastrado por el fuerte viento procedente de Marruecos. Imaginaros el polvo que tragamos nosotros y nuestras motos inmersos en la mismísima tormenta.
Os lo contamos todo en el próximo post sobre viajar en moto a Dakar.