viajar en moto a dakar

Viajar en moto a Dakar (2ª parte)

Tras la primera parte, volvemos con la segunda entrega de la crónica del viaje en moto a Dakar con un grupo de ocho intrépidos aventureros y sus motos.

De Ouzoud a Dajla

20/02/2020

Ya estamos todos listos para quemar una nueva etapa. Hoy nos dirigimos a Agdz, cerca de Zagora y para ello cruzaremos el Atlas por uno de los pasos menos conocidos y transitados, un auténtico espectáculo paisajístico que deja boquiabierto a la gran mayoría del grupo.

Igual de sorprendido me quedé cuando ayudé a Perita a colocar el topcase de 58 litros en su moto. El motivo de que pese como un muerto es que resulta que lleva 20 Kg de naranjas de su finca. ¡Ahora sabemos el porqué de tanto caballito. !

La jornada transcurre sin ningún incidente.

Tenemos mucha suerte con la climatología, hay unos 10ºC pero con sol, una temperatura ideal para ir en moto.

Durante la primera parte del día nuestro horizonte es el Alto Atlas. Las nieves caídas recientemente acentúan su majestuosidad y nos regalan unas fotos de enmarcar. En cuanto empezamos a descender la temperatura sube y ya en Ouarzazate, el Hollywood marroquí, el calor se hace notar.

Paramos para comer y continuamos ruta hacia Agdz con un paisaje bien distinto al anterior, aunque no por ello menos espectacular. Llegamos al Hara Oasis, el hotel de nuestro amigo Juan Antonio, a tiempo para hacernos unas fotos junto al Draa, el río que nace en la presa el Mansour y que se surte del famoso río Dades, proveniente del Atlas y que ha esculpido la famosa garganta a través de millones de años.

Ya hemos hecho la foto de grupo y Paco, que no se pierde ninguno de nuestros viajes, aprovecha para hacer alguna posturita de Yoga ante la mirada atónita de Juanito.

El atardecer nos regala una bonita postal, ha merecido la pena apretar un poco para llegar antes de la puesta de sol. Estamos en pleno oasis y el hotel se encuentra escondido en medio de un palmeral. Para llegar a él hemos tenido que atravesar un viejo poblado de adobe en el que hemos hecho unas bonitas fotos para el recuerdo. Después de una buena ducha subimos al “chillout” para tomarnos unas cervezas antes de cenar.

Todo un lujazo disfrutar de semejante paz en este entorno natural.

Mañana Agadir nos espera.

21/02/2020

Hoy enfilamos la cuarta etapa. El grupo ya ha hecho piña y las bromas se suceden en cada parada, bien a repostar, comer o tomar una foto. Hemos dejado atrás el Atlas y el mercurio empieza a tomar altura, pero de momento la temperatura es agradable, todavía no hace calor si lo comparamos con los casi 40 grados que nos esperan en Mauritania y Senegal.

Hoy hemos comido de picnic. Aunque llevamos una carpa, sillas, mesa, etc. para montarlo en cualquier lado, el dueño de un local a pie de carretera nos ha dejado que saquemos el jamoncito ibérico, el lomo y unas cuantas conservas, a cambio de que consumamos las bebidas de su local. Así hemos hecho y nos hemos puesto como el Kiko. Además la cosa ha sido rápida, por lo que cuando nos hemos querido dar cuenta, ya estábamos en Agadir.

Una vez hecho el check-in nos hemos puesto el bañador para bajar a la piscina y tomarnos una cervecita bien fría. Bueno, eso es lo que nos hubiera gustado, los que conocéis Marruecos sabéis que el concepto de frío difiere un poco del nuestro, jeje.

Después de esas cervezas fresquitas y un buen baño, algunos se han ido a dar una vuelta por la ciudad. El zoco del Had bien merece una visita, es uno de los más limpios de todo Marruecos y se encuentran algunas cosas curiosas. También se pueden visitar las ruinas del muro que rodeaba la antigua ciudadela, que fue destruida por un terremoto casi en su totalidad en 1960, solamente cuatro años después de que la ciudad pasase a manos marroquíes. Casi la mitad de la población murió en ese terremoto y pese a ello, en este medio siglo, la ciudad ha vuelto a renacer cuan Ave Fenix. Después de la cena, alguno se ha puesto guapo y se ha ido a conocer la noche “agadireña”, que también tiene su aquel.

Se dice el pecado pero no el pecador.

22/02/2020

Abrimos el ojo temprano sin que haya sonado el despertador. El ulular del viento no nos ha dejado dormir más, parece que quiere avisarnos de la que se nos viene encima. Desde el balcón de la habitación se ven las palmeras bailando “la danza del viento”, que es la misma que vamos a bailar todos hoy en la carretera. Para colmo es la etapa más larga de todo el viaje, 653 Km nos separan de El Aaiún. La capital del Sáhara Occidental que fue fundada por el español Antonio del Oro en medio del desierto, es nuestro próximo destino.

Son las 07:00 y ya estamos todos desayunando. Sabedores de la larga etapa que tenemos por delante, a ninguno se le han pegado las sábanas, lo que quiere decir que alguien ha dormido muy pocas horas… juventud, divino tesoro. Ahí lo dejo.

El sol todavía no ha salido y ya estamos en marcha. Abandonamos la ciudad con muy poco tráfico, lo cual siempre se agradece, pero sobre todo cuando vas en grupo y no puedes perder a nadie en el intento. Enseguida estamos en la N1 fuera de la ciudad. El viento sopla racheado y fuerte, pero el día está despejado con el sol trepando ya por el horizonte. Al fin y al cabo no va a ser un día tan malo, o sí.

A la altura de Tiznit nos desviamos dirección Sidi Ifni, aunque hoy no tenemos tiempo para hacer turismo, al menos queremos que el recorrido sea ameno, por ello hemos elegido un recorrido que nos acerca a la costa atlántica, con buen asfalto y alguna que otra curva.

Sidi Ifni, del que data un pequeño asentamiento español ya en tiempo de los Reyes Católicos y que posteriormente en 1934 fue conquistada por el republicano Coronel Capaz, bien merece una parada para tomar un té. Nos sentamos en la terraza de un bar con vistas al océano y mientras saboreamos el líquido elemento, admiramos la proeza de unos pocos surfistas, no ya por sus virguerías sobre la tabla, que también, sino por el valor de meterse en ese mar embravecido y gélido.

Dejamos a los artistas de la tabla en la que fuera ciudad española, defendida a capa y espada por los españoles hasta 1969 y seguimos rumbo Sureste hacia Guelmin, donde paramos a repostar.

El día sigue despejado, pero el guionista no tardará en ponernos a prueba. Saliendo de esta ciudad empezamos a ver serpientes de arena rojiza que se desplazan por el asfalto movidas a capricho del viento. Es una imagen incluso bonita, si la cosa hubiera quedado ahí, pero no, es solo un adelanto de lo que viene después. Mirando al horizonte lo que vemos es una neblina anaranjada, síntoma inequívoco de que se está formando una tormenta de arena.

Prácticamente los 130 Km que separan Guelmin de Tan Tan los hemos hecho atravesando una ligera tormenta de arena, y digo ligera, comparándola con lo que vino después.

Llevamos 360 Km recorridos hoy y ya es la hora de comer. Por las calles de Tan Tan todos los negocios están en apariencia cerrados, pero en realidad la actividad sigue detrás de las fachadas, como es el caso del restaurante en el que nos metemos tras atravesar una terraza cubierta de arena. El local es amplio y hay poca gente, mientras traen la comida nos lavamos y aprovechamos para limpiar el casco. Entre la pantalla y el pin-lock se ha metido mucho polvo, creando una neblina que dificulta aún más la visión dentro de la tormenta. Nos sirven la comida ¡Hemos dado en el clavo! Para cuando nos queremos poner en marcha son las 15:30 y todavía tenemos 300 Km por delante. Al mal tiempo, buena cara.

Aplicándonos el cuento salimos todos con una sonrisa en el rostro para afrontar esos “pocos” kilómetros que nos separan de la que fuese la capital del Sáhara Español hasta diciembre de 1975. Pero no nos adelantemos que todavía no hemos llegado. Al viento, que sigue soplando incansable, hay que sumarle las lenguas de arena que invaden por tramos una carretera rota y bacheada, a veces parcialmente y otras por completo. Antonio es la primera víctima de esta situación y sufre una pequeña caída al quedarse de pronto sin control sobre la dirección. No sabe qué ha pasado, ha sentido un fuerte golpe y poco después estaba en el suelo, pero al inspeccionar la moto vemos que la llanta delantera tiene un golpe tremendo y está completamente abollada, lo que ha propiciado el destalonamiento del Conti TKC70 delantero y la posterior caída. La llanta está tan deformada que no es recomendable intentar cualquier apaño, ni siquiera provisional. Subimos la MT07 a la furgoneta, que para eso está.

En un viaje de estas características, un vehículo de apoyo es fundamental y en viajesenmoto.com lo sabemos bien, por eso llevamos una Fiat Ducato extra larga, que no solo te permite llevar el equipaje de la gente, gasolina, repuestos, herramientas, neveras con agua y cervezas frías; lo más importante de todo es la capacidad de carga para echar una, dos, tres, o incluso cuatro motos en el interior llegado el caso y continuar sin que esto afecte al resto del viaje y del grupo.

Seguimos avanzando dentro de la tormenta cuando llegamos a una zona en la que la carretera se tupe por completo de arena, culo atrás y gas. Miro por el retrovisor y veo a Josete demasiado a la derecha, donde más arena hay acumulada, e instantes después está rodando por el suelo. Doy la vuelta rápidamente. Está algo aturdido por el golpe, pero camina sin ningún daño aparente y le ayudo a levantar la moto. Una de las maletas se ha arrancado de cuajo y la llevo hacia la furgoneta que ya está con nosotros. En esto aparece Pepe, que al verme cargado con la maleta, piensa que me he encontrado un televisor antiguo y he parado a recogerlo, ¡jejeje! Cómo nos reímos cuando nos lo contaba, ya con una cerveza en la mano, mientras cenábamos esa noche. Josete es un viejo amigo con el que hemos compartido muchas rutas, sobre todo de enduro, y no es la primera vez que decide bajarse en marcha.

Afortunadamente, ni él ni su moto han sufrido daños de consideración y pueden retomar la marcha. Son las 8 de la tarde cuando llegamos Al Aaiún con los últimos rayos de luz. Mientras hacemos el check-in en el hotel David se marcha con Antonio en busca de un taller donde puedan reparar la maltrecha llanta de la Yamaha. Habrá que esperar a mañana para saber si la han podido arreglar. Mientras yo sigo peleándome con el personal de recepción con la distribución de habitaciones, aparece un tipo de paisano preguntando por el responsable del grupo y me pide los datos de todos los integrantes. Como ya nos lo sabemos de otras veces, llevamos un montón de fotocopias con los datos de todos, pero antes de entregársela le pregunté que quién es él, que se identifique o no le voy a facilitar esa información. Sin dudarlo, saca del bolsillo una placa y me la muestra al más puro estilo americano -police secrète, me dice muy serio en francés, -c’est pour votre sécurité. Las cosas siguen estando movidas por esta zona y los españoles no es que seamos muy bienvenidos en esta parte del mundo. No comento nada al grupo, más que nada para no asustarlos innecesariamente. Otras veces hemos llevado grupos de alto riesgo, como los israelitas que trajimos el año pasado y capeamos el temporal sin problema. Una vez resuelto el tema con la secreta y con las habitaciones que siempre dan más guerra que la policía, nos quedamos a cenar en el bufete del hotel por recomendación facultativa.

23/02/2020

Durante el desayuno oímos hablar español en la mesa de al lado y entablamos conversación con unos militares de naciones unidas que están allí de misión.

Como ya sabréis, esta zona sigue siendo conflictiva y desde la invasión civil del pueblo marroquí dirigida por Hassan II, denominada Marcha verde, en 1976, los saharauis del Frente Polisario declararon la guerra a Marruecos y a día de hoy mantienen la lucha por la independencia de unos territorios que consideran suyos e invadidos por el reino de Marruecos. Aquí habría mucho que contar, pues estamos hablando de la que fue capital del Sáhara Español, pero los chicos ya están sobre las motos deseando ser azotados por el viento y la arena.

Hoy va a ser otro día largo. 505 Km nos separan de nuestro objetivo, Dajla. Y por lo que nos cuenta un camionero que viene de allí, Eolo no nos va a conceder ni un momento de tregua, parece que se ha empeñado en trasladar unas cuantas toneladas de tierra a las Canarias y nosotros, hormigas insignificantes, hemos decidido atravesar sus dominios sin permiso.

Podríamos extendernos mucho más para contaros con detalle los avatares de hoy, como la parada en un auténtico y cochambroso bar en Boudjour, pero el editor no nos da más espacio y tenemos que acabar este episodio en Villa Cisneros, hoy paraíso de los amantes del surf, entre otros.

Resumiendo, hoy hemos disfrutado durante todo el día de un fuerte viento lateral, acompañado por arena, arena y más arena. Hemos sobrevivido y llegado todos a buen puerto y aunque no os lo creáis, a pocos kilómetros del maravilloso Hotel Club Dajla, el viento ha ido cesando paulatinamente, permitiéndonos ver el mar y los acantilados que nos han estado acompañando, ocultos bajo una nube de polvo, y por un momento hemos pensado que la tormenta de arena había finalizado. ¡Craso error!

La puñetera ley de Murphy vuelve a hacer acto de presencia; si algo puede ir a peor, irá a peor.

No te pierdas el próximo post sobre la odisea de viajar en moto a Dakar.

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